Se buscan gigantes con deseos de compartir
Dijo Isaac Newton: “Si he logrado ver más lejos es porque he sido capaz de subirme en hombros de gigantes”. Esta humilde frase es un sincero reconocimiento a todos aquellos que, en su día, le precedieron y gracias a quienes Newton pudo llegar a ser el científico que fue.
Todos necesitamos de otros en quienes apoyarnos para ser capaces de ver más lejos. Esa es la esencia del mentoring, una práctica que implica un compromiso entre dos o más personas, donde se intercambian experiencias, vivencias y visiones con un propósito de partida: ayudar a quienes tienen menos experiencia a desarrollarse, a tomar mejores decisiones, a no cometer errores, aunque la realidad me ha demostrado que todos los que participan en esta práctica salen finalmente beneficiados.
Hoy en día el mentoring está considerado como una de las herramientas de motivación y aprendizaje más eficaces para el impulso del talento en el ámbito emprendedor, organizacional, académico y social. Está demostrado que la productividad gerencial se incrementa un 88 % cuando el mentoring entra en acción frente al 24 % cuando solo hablamos de formación tradicional. Un estudio de la Red de mentoring de España sobre el desarrollo de personas en las organizaciones nos ha demostrado que los profesionales que han sido mentorizados han llegado a mejorar sus competencias esenciales de una forma mucho más eficaz que con los métodos tradicionales. El 35 % de trabajadores más valiosos que no reciben mentoring se desmotivan y acaban buscando un nuevo trabajo en un plazo no superior a 24 meses. La mortalidad de las empresas se reduce significativamente en los primeros años de su creación si se tiene acceso a un equipo de mentores.
Nuestra sociedad está atravesando un momento de gran vulnerabilidad, y el mentoring está contribuyendo a mejorar las condiciones y las oportunidades de desarrollo social. Hoy más que nunca es importante que las personas establezcamos vínculos con referentes que nos escuchen, que nos orienten y que nos demuestren que somos personas valiosas y que podemos triunfar en todos los ámbitos de la vida. Necesitamos generar una cultura de generosidad y solidaridad, y potenciar valores fundamentales entre nosotros.
Un programa o una red de mentoring nos puede ayudar, pero la iniciativa de compartir ha de brotar de cada uno de nosotros individualmente. Así que, te invito a que comiences ya a crear tu propia red de aprendizaje, porque, en la actualidad, la práctica del mentoring ha dejado de ser una comunicación aislada entre dos personas para convertirse en un campo de relaciones donde la gente interactúa entre sí. Ahora se habla de consejeros y aprendices, donde cualquiera de nosotros puede cumplir los dos roles. Tenemos que comenzar a ver el mentoring como algo más que una jerarquía de arriba abajo, donde una persona joven busca a otra mayor que ella y con más experiencia. Ahora se trata de crear auténticas redes de colaboración. Esto es lo que llamamos el mentoring moderno.
Así que, en lugar de hablar en un solo mentor, tenemos que pensar en varios mentores, que sustenten sus consejos más en su propia experiencia que en su edad. Personas (igual que nosotros) que voluntaria y generosamente intercambien su saber. Debemos comenzar a ver el mentoring con una visión holística, como una fuente de relaciones que nos ayudará a lograr los recursos y experiencias que necesitemos.
El mentoring acelera poderosamente nuestro proceso de aprendizaje y para ello es necesario empezar por regalar a otros lo que uno sabe y, a cambio, obtener de los demás lo que a cada uno le falta. De esta manera, la práctica del mentoring, hoy en día, en su esencia se ha convertido en compartir aquello de nosotros que es valioso para otros en círculos abiertos. Se trata, como decía Newton, de buscar nuestros propios gigantes y de ofrecer nuestros hombros para que otros puedan, también, llegar a ver mucho más lejos. ¿Te sumas a este reto?