Aprenda a aceptar el feedback, especialmente si no lo esperaba

Es cierto que el feedback es un regalo y que es necesario para nuestro crecimiento y desarrollo tanto profesional como personal. Y también es cierto que, cuando alguien se aproxima a nosotros para hacernos conscientes de que nuestros resultados o comportamiento no están cumpliendo las expectativas de la organización en general o de una persona en particular, no nos gusta. Si, además, nos “pilla desprevenidos” (como decimos en España) porque no éramos conscientes de ello o porque se produce en un momento en que no esperábamos ese tipo de conversación, corremos el riesgo de reaccionar y perdernos una información muy valiosa para nosotros.

Para poder encajar bien cualquier tipo de feedback es muy importante contextualizarlo adecuadamente y, en ese sentido, hay que tener claras una serie de cosas:

  • El feedback solo es información. Una información muy valiosa, sin duda, pero ni más ni menos que eso.
  • El feedback hace referencia a tu impacto. Esa información no habla de quién eres, ni de qué haces, habla del impacto que tus palabras o acciones tienen en una persona, en un equipo y en una organización.
  • El feedback es subjetivo. Es la percepción que otros tienen de ti y, por lo tanto, está condicionada por el “sistema operativo” (valores, creencias, campo emocional, etcétera) de quien te lo da. Incluso si recibes el mismo feedback de muchas personas, la cultura del sistema al que pertenecen está condicionando esa información.

Estas distinciones pueden parecer elementales y “simples”. Sin embargo, el no tener estas tres cosas claras limita mucho nuestra capacidad de recibir y explorar con inteligencia el feedback que alguien nos proporciona. Tendemos a identificarnos con aquello que los demás dicen de nosotros, sin darnos cuenta de que, eso de lo que hablan, es un “subproducto” nuestro y no nosotros mismos.

El feedback hace referencia a la fragancia que emanamos, no a la fuente de esta. Dicho esto, tiene que ver con nosotros. La pregunta que debemos hacernos es si queremos seguir emitiendo esa fragancia o si queremos modificar algo. Es posible que tu impacto actual no refleje tus valores, fortalezas, etcétera, y que no sea el sello de identidad que quieres que se asocie contigo.

Quiero compartir contigo algunos consejos que pueden resultar útiles para recibir y aprovechar al máximo el feedback que recibes, incluso cuando no te lo esperas o no sea lo que te gustaría oír:

  • Disóciate. Respira hondo y nota cómo te sientes. Conviértete en observador de ti mismo e interiormente ponle nombre a esa “emoción” que estas sintiendo (“me siento avergonzado”, “tengo rabia”, “estoy frustrado”). Ponerle nombre a lo que estas sintiendo te ayudará a distanciarte emocionalmente para evitar reaccionar con una estrategia de ataque, defensa, parálisis o huida.
  • Comprende. Pregunta con curiosidad y sin juicios, pregunta para comprender y no para responder. Pregunta sobre detalles, ejemplos de situaciones, y adopta un rol como si estuvieras hablando de otra persona.
  • Recupérate. Gana tiempo y espacio para integrar la información recibida. Dile a la otra persona que necesitas reflexionar sobre lo que has escuchado y que te gustaría volver a hablar con ella más adelante. No muestres ni acuerdo, ni desacuerdo, date tu tiempo.
  • Aprende. Transforma la experiencia en aprendizaje útil sobre ti o sobre la otra persona. Reflexiona sobre el feedback recibido, contrástalo con personas honestas que te aprecien de manera genuina y decide que quieres hacer con ello. Es posible que no haya nada que cambiar y que esa información hable más de la persona que te lo ha dicho que de ti, eso también es aprendizaje.

Tienes ante ti una maravillosa oportunidad de aumentar tu autoconocimiento y de conocer qué fragancia queda en la habitación cuando sales. Puede ser una oportunidad muy valiosa para tomar conciencia de fortalezas, puntos ciegos y áreas de mejora. Puedes aprovechar para poner en marcha un proceso que te permita elevar la efectividad de tu liderazgo.

Hagas lo que hagas, busca una manera de tener la mente limpia y el corazón en paz para poder procesar de manera efectiva cualquier feedback recibido y transformarlo en una experiencia productiva que te permita aprender de ti, de los demás y de la cultura de tu organización.

Sobre el autor

Susana Gómez Foronda
Para conocer más sobre Susana Gómez Foronda: