Creatividad: la herramienta olvidada de los directivos para triunfar en los desafíos de esta nueva era

La práctica de la creatividad se puede aprender y perfeccionar, y aporta innumerables ventajas a quien la domina. Además, como indicaba Einstein: “La creatividad es la inteligencia divirtiéndose”.  

¿Se considera usted una persona creativa? ¿Le han pedido que busque una solución “fuera de la caja” y se ha sentido bloqueado? ¿Tiene la sensación de que las lecciones que aprendió en aquel MBA o en la escuela de negocios o en sus años de práctica se han quedado obsoletas y no aplican para un mundo que parece funcionar con nuevas reglas? O, tal vez, la pregunta más complicada de todas: ¿le preocupa que un robot o un algoritmo de inteligencia artificial pueda sustituirlo y hacer su trabajo en un futuro no lejano?…  Al fin y al cabo, muchos hemos visto esos estudios avalados por prestigiosas consultoras que afirman que determinados empleos o tareas van a desaparecer fruto de la automatización en los próximos años. 

La respuesta a estas preguntas pudiera estar en la Creatividad, —sí, expresamente la pongo con mayúsculas, ya que es la protagonista de este artículo—. La Creatividad (junto a la colaboración, la comunicación y el pensamiento crítico) aparece entre las soft skills o habilidades blandas más solicitadas por los Gestores de Talento de las corporaciones para poder tomar decisiones y gestionar los negocios en estos nuevos entornos VUCA (Volátiles, Inciertos, Complejos y Ambiguos) en los que los viejos mapas no parecen servir para estos nuevos caminos, en los que lo nuevo todavía no funciona del todo y lo viejo todavía no ha dejado de funcionar. Entonces, ¿qué es la Creatividad? ¿Cómo puedo desarrollarla, adquirirla o reconocerla en mis equipos? ¿Por qué es importante la Creatividad? 

La Creatividad nos va a permitir, entre otras cosas, adoptar otras perspectivas ante un problema. Es decir, “ver lo que los demás no ven” y “pensar lo que los demás no piensan”  —de ahí la expresión “pensar fuera de la caja” o “to think out of the box”—, lo que permite ofrecer soluciones originales, diferentes, algo que es muy útil cuando las soluciones tradicionales, convencionales de los viejos patrones no parecen funcionar. Además, la Creatividad ayuda a pensar con fluidez, a unir conceptos aparentemente inconexos de manera ágil, enlazando ideas de manera que podamos ver el big picture o panorama general, pero con detalle y rigor, y evitar esa incómoda situación en la que “los árboles no nos dejan ver el bosque”. La Creatividad es la chispa que enciende la hoguera de la innovación. Los procesos de innovación corporativos se nutren de otros muchos elementos, pero es difícil que se activen eficazmente sin un componente de Creatividad, sin un catalizador. Es posible que su empresa haya delegado la actividad creativa en una agencia o proveedor externo para las campañas de publicidad y marketing, o tal vez en una consultora de innovación, pero , incluso si así fuera, ¿cómo valorar su trabajo sin entender el valor que aporta la Creatividad? ¿Cómo pagar sus honorarios sin comprender los procesos con los que han trabajado? ¿Nos basamos únicamente en lo estrepitoso, estridente y excéntrico de su puesta en escena? ¿Podrían haberlo hecho mejor? ¿Podríamos haberlo hecho nosotros mejor sin su ayuda? 

Todos fuimos creativos hasta que fuimos a primaria, 

«Pero yo no soy creativo»… Esa es la primera y más habitual objeción. Y tienes razón. Tanto si crees que eres creativo como si crees que no lo eres, tienes razón. Y tu cerebro se encargará de darte la razón. Es una cuestión de actitud. Si asumes que no lo eres, nunca tendrás esa chispa de Creatividad. Y si crees que lo eres…, puede que sí.  

El hecho es que todos fuimos creativos hasta que fuimos a primaria. Todos los niños de 5 y 6 años son creativos, pintan, exploran, descubren, combinan, comparten con infinita curiosidad y se divierten haciéndolo. Y cuando llegan a primaria les enseñan a repetir patrones, a hacer fichas, a copiar modelos y a que solo hay una respuesta correcta para cada problema. Hacerlo bien tiene premio… y hacerlo mal, castigo. Bienvenidos al pensamiento reproductivo. La charla TED de Sir Ken Robinson sobre si las escuelas matan la creatividad cuenta ya con más de 64 millones de visualizaciones. (https://www.ted.com/talks/ken_robinson_says_schools_kill_creativity#t-767440)  

Adiós al pensamiento productivo, adiós a la diversión. Y esos patrones de primaria son cada vez más estrictos en secundaria, la universidad y, posiblemente, en nuestro primer trabajo. La Educación acaba resultando una auténtica “educastración” para la Creatividad.  

No obstante, hay esperanza. Si fuimos creativos, aunque haya pasado mucho tiempo, tal vez podamos volver a serlo. Quizás podamos recuperar aquella habilidad de nuestra más tierna infancia. En ese sentido, la Creatividad es como los músculos abdominales. Todos nacemos con ellos, pero a unos se les notan y a otros no. Y en algunos casos son extremadamente llamativos y los exhiben sin dificultad (¡que envidia!, ¿verdad?). La diferencia entre unos y otros estriba en que unos los practican… y otros no. Y aquellos de marcadísimo six-pack los trabajan con disciplina todos los días. Pues con la Creatividad es igual: algunos la trabajan y se les nota, y otros —la mayoría—, por pereza, desidia, hace años que no lo hacen y, además, la disimulan bajo un traje holgado “de oficina” y pretenden que no la necesitan en su quehacer diario, en su rutina. Y esos pocos afortunados que derrochan ingenio, picardía, fluidez de pensamiento, nos deslumbran con unos bien definidos “abdominales de la Creatividad”, que trabajan cada día con tesón y disciplina. Siguiendo con esta metáfora, y aunque la Creatividad no sea un músculo en sentido estricto, puede trabajarse de la misma manera: con dedicación, empeño, objetivos, avances progresivos. Al principio, cansa y tendremos calambres y agujetas por falta de entrenamiento, pero, poco a poco, nos sentiremos más fuertes y creativos, con mejores reflejos e ideas, y estas serán nuestro mejor incentivo. 

¿Estás preparado para empezar a trabajar el músculo de la Creatividad? Lo bueno es que se puede hacer en cualquier momento y lugar. ¿Músculo?… Bueno, creativamente hablando, es el que tienes entre las orejas. La materia gris, el cerebro, la computadora que procesa mediante complicados algoritmos bioquímicos lo que reviven tus sentidos y los convierte en sensaciones, emociones, ideas, acciones y reacciones. Es ese procesador el que vamos a reprogramar —a hackear— para que empiece a pensar en modo productivo y creativo, y no solo reproductivo, repitiendo patrones. 

Entendiendo nuestro cerebro 

Ya que vamos a a trabajarlo, quizás necesitemos unas nociones de neurociencia elemental. Se trata de un órgano de unos 1.300-1.500 gramos de peso que está en la cabeza protegido por el cráneo. Tiene dos hemisferios claramente diferenciados pero estrechamente interconectados y tiene una cubierta muy rugosa llena de circunvoluciones que multiplica su superficie. Sabemos que el hemisferio izquierdo controla el pensamiento lógico, lineal, matemático, verbal, sistemático, y que el hemisferio derecho procesa las emociones, la intuición, el ritmo, los colores, la empatía, todos ellos relacionadas con la Creatividad. También es conocido que “tenemos los cables cruzados”, es decir, que el hemisferio cerebral izquierdo controla el lado derecho del cuerpo, y viceversa, que el hemisferio cerebral derecho controla el lado izquierdo del cuerpo. Es normal una prevalencia de talentos creativos entre los zurdos, precisamente por tener más trabajado ese hemisferio derecho. Leonardo da Vinci, Beethoven, Van Gogh y Charles Chaplin están en la lista de ilustres zurdos creativos. 

Esto bastará… por ahora. El cerebro se alimenta de dos cosas —oxígeno y glucosa—, y consume mucho de ambas. De hecho, cuando estamos en reposo puede llegar a consumir hasta el 25% de nuestra energía. Su forma de ahorrar energía… es dejar de pensar y repetir patrones y rutinas. ¡Ajá! Una primera lección: asegurémonos de que no le falta ni oxígeno ni glucosa cuando necesitemos activarlo.  

Identifiquemos esos momentos de inspiración en los que se nos ocurren las mejores ideas, las más creativas. A menudo es después de hacer ejercicio. ¡Normal! El cerebro se alimenta de oxígeno y glucosa, estos le llegan por el flujo sanguíneo mediante el bombeo del corazón, el músculo cardiaco bombea más cuando hacemos ejercicio, así que nuestros cerebros reciben un aporte extra de “combustible para las ideas” y nuestras neuronas (unas 86 mil millones) carburan a pleno rendimiento. Está empíricamente demostrado que los alumnos que toman un examen después de haber hecho 10 minutos de ejercicio moderado al aire libre responden un 30% mejor que los que han estado encerrados en el aula esperando. ¿Será que el ejercicio ha oxigenado sus cerebros al acelerar los latidos de su corazón? Es frecuente que las sesiones de Creatividad se acompañen de unas golosinas que, además de recompensar al niño creativo que llevamos dentro, aportan ese push extra de glucosa a nuestra Creatividad.  

Ya que vamos a poner en marcha nuestro “músculo de la Creatividad”, les comparto un juego de herramientas de probada eficacia. Son ejercicios que utilizo en mis talleres de creatividad para directivos y que resultan accesibles a todas las personas independientemente de su nivel previo de conocimientos y prácticas creativas, así como de su formación o de la industria en la que trabajen. Abogados, policías, gerentes comerciales, arquitectos, funcionarios, médicos, contables… hay un creativo en su cabeza esperando manifestarse, como un genio encerrado en esa lámpara desde el jardín de infancia. ¿Lo van a seguir reprimiendo? Quién sabe… Quizás pueda hacer sus sueños realidad.  

Me gusta distinguir entre herramientas individuales y colectivas. Las individuales pueden practicarlas cada uno de manera autónoma, a menudo sin más ayuda que un papel en blanco y un lapicero —mejor varios de colores—. Dominar los ejercicios individuales tendrá un efecto multiplicador cuando abordemos los ejercicios colectivos.  

Entre las herramientas individuales están todas las que nos ayudan a reformular preguntas, a recombinar. Aquí todos los aprendizajes de PNL —Programación Neuro Lingüística— son de gran utilidad. Cuanta mayor riqueza y variedad léxica y semántica tengamos en nuestros registros, más capacidad tendremos de recombinar sensaciones y emociones asociadas para ver la realidad de otra manera: metáforas, cambios de roles, hipérboles, análogos y antílogos, palabras encadenadas, paradojas, cambios de atributos, etcétera… También hay un campo enorme de inspiración en la utilización del hemisferio derecho. Todas las herramientas de pensamiento visual, expresión gráfica, jeroglíficos visuales, trampantojos, efectos visuales nos pueden ayudar a “hackear nuestro cerebro”, en especial los llamados mapas mentales. Familiarizarse con el diseño de mapas mentales es posiblemente la manera más eficaz de empezar a pensar con fluidez y desarrollar destrezas creativas que permitan fácilmente conectar ideas, proyectos, pensando lo que los demás no piensan y viendo soluciones donde otros quedan bloqueados por una manera lógica y lineal de procesar la información. 

Entre las herramientas colectivas, la más conocida y aplicada es la tormenta de ideas —el brainstorming—, una metodología que no por conocida significa que se realice con efectividad, ya que a menudo se efectúa rápido y mal, en entornos poco propicios y bajo la presión de obtener buenos resultados a la primera intentona, sin esperar a diferir el juicio y a buscar aquellos frutos más jugosos —y a veces más escondidos—. Los low hanging fruits, las ideas más accesibles e inmediatas no siempre son las mejores ni las más creativas. Simplemente… son las que están más cerca.  

Quedémonos con el aprendizaje de que “las ideas son lo único que no se gasta por compartirlo”. Solo crecen cuando las compartimos. La mejor idea del mundo, guardada en una caja fuerte y protegida por 7 patentes industriales, no vale para nada. 

Hasta aquí, la teoría que me permite la longitud de este artículo. Todos sabemos que vale más un gramo de práctica que una tonelada de teoría. Invito a todos los lectores a profundizar en el fascinante mundo de la Creatividad y a aplicar estas herramientas, incorporándolas progresivamente en sus desafíos profesionales y personales. Poco a poco, verificarán que Einstein tenía razón cuando nos enseñó que “La creatividad es la inteligencia divirtiéndose”.  

Sobre el autor

Ignacio Villoch

Es un reconocido generador de contenidos sobre innovación y transformación digital. Ha vivido y trabajado en 4 continentes, ocupando posiciones directivas de desarrollo de negocio en la industria financiera. Es autor de novelas empresariales como La aventura de Diana. Innovando y emprendiendo contra viento y marea o El desafío de Yago: en busca de las fuentes del talento. Participa como mentor, inspirador, asesor o promotor en diversas comunidades y proyectos de emprendimiento. Es profesor invitado en programas de Innovación, Creatividad, Talento y Transformación Digital de escuelas de negocios. También, es conferenciante inspiracional y facilitador en eventos institucionales y corporativos. Fue reconocido con el galardón Top Social Executive por LinkedIn en 2016.

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