El rol del CEO y su evolución en el marco de la pandemia del COVID-19
Si pensamos en el rol del CEO, como primer ejecutivo de una empresa, hay una serie de funciones que podríamos denominar clásicas como serían las siguientes:
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Obtener los resultados definidos por la propiedad de la compañía.
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Crear una visión compartida que se plasma en una estrategia corporativa y una serie de objetivos relevantes.
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Construir una cultura organizativa que propicie la consecución de los dichos objetivos.
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Dotar de los recursos necesarios a la organización en términos de personas, tecnología, recursos financieros.
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Tomar buenas decisiones a las que, por su posición, se enfrenta de manera cotidiana el líder ejecutivo de una empresa.
Estas responsabilidades se entienden con un modelo de relación de CEO con los diferentes grupos de interés para que haya alineamiento estratégico en todo el ecosistema de la compañía. De hecho, firmas de consultoría tradicionales como McKinsey identifican hasta 18 prácticas de los CEO excelentes en función de sus relaciones con el equipo, los stakeholders externos o el Consejo de Administración (The mindsets and practices of excellent CEOs activity. McKinsey, 2019)
Desde luego, esta visión esencial sobre la responsabilidad de los CEO sigue, a mi juicio, siendo válida si bien se corresponde mejor a un entorno de certidumbres en el que las inercias permitían avanzar a las organizaciones.
El devenir del entorno socioeconómico del siglo XXI nos enseña que tenemos que interiorizar los grandes tsunamis como algo consustancial. En los apenas 20 años de este siglo, aparte de circunstancias excepcionales locales, hemos experimentado ya tres crisis globales, a cual más grave: la crisis de las punto.com del año 2001, la crisis financiera de 2008 y la actual originada por el COVID-19.
Podemos afirmar con toda rotundidad que la continuidad empresarial está cada día más comprometida por muy grande y poderosa que sea una empresa. Tenemos múltiples evidencias. En estos momentos, grandes corporaciones de sectores como el aeronáutico o el hotelero o el ocio están librando cruentas batallas por su sostenibilidad ya que están fundamentadas en una actividad social que hoy se revela poco recomendable en la lucha contra el COVID.
En estas circunstancias parece razonable una revisión del perfil del CEO para hacer avanzar a las organizaciones incluso en momentos de extraordinaria complejidad. Se empieza a hablar en algunos ambientes académicos de los “wild CEOs” en una imagen de un CEO que deja de convertirse en un mero gestor para liberar su lado más pasional en aras de liderar en la incertidumbre. Esta es la razón por la que vengo apelando desde hace años al CEO con perfil de líder emprendedor, capaz de movilizar personas, recursos e ilusiones para darle continuidad a un proyecto empresarial al cual la inercia no va a llevar más allá, antes o después, que a su desaparición si no se hacen evolucionar estrategias, modelos de negocio o estilos de liderazgo.
Más que radicales cambios, a fecha de hoy podemos compartir que el universo COVID va a actuar como catalizador de tendencias que ya se venían advirtiendo. Por ejemplo, avances en materia de digitalización en sentido amplio (robotización, automatización de trabajos, comercio electrónico, teletrabajo, formación online, etcétera) o mucho más compromiso empresarial con los objetivos del desarrollo sostenible e inclusivo.
Así las cosas, sugeriría un decálogo de características que deberían adornar la personalidad del CEO emprendedor que propugno para encabezar las organizaciones hoy, en lo que doy a llamar la Sociedad del cambio:
1. Aporta valor tangible: no es tiempo de “líricos” sino de verdaderos líderes que provocan que lo que tiene que pasar, definitivamente, pase.
2. Tiene actitud intraemprendedora para actuar con genuino espíritu darwinista para asegurar que la organización se adapte a un entorno en permanente evolución. La capacidad de innovar hoy debe ser innegociable.
3. Es vigilante del entorno para adelantar tendencias y poder tomar decisiones con la mayor agilidad. En particular, y, visto lo visto, la capacidad de gestionar crisis se torna indispensable entre las características del buen CEO del siglo XXI.
4. Convive amigablemente con la tecnología: la necesaria transformación digital es imposible si este propósito no existe en la mentalidad y en el comportamiento de quienes ocupan la cúspide de las pirámides organizacionales.
5. Construye equipos alineados en torno a proyectos y valores. Se han acabado los tiempos de los “llaneros solitarios”. Del líder de hoy se espera la inteligencia y la humildad para reconocer que no sabe de todo y debe dejarse ayudar para alcanzar los objetivos corporativos.
6. Es empático: sabe escuchar, sabe callar a veces y tiene capacidad de comunicar de manera transparente y atractiva dentro y fuera de la empresa. Puertas para dentro de la empresa se espera un líder más humano con capacidad de gestionar las emociones. Y fuera se necesitan personas con atractivos relatos.
7. Tiene la capacidad de gestionar relaciones jerárquicas pero también “redárquicas”: cada día más, las empresas van a acabar constituyendo parte de redes y gran parte de la actividad se desarrollará en entornos de relaciones no estrictamente jerárquicas.
8. Está enfocado en el crecimiento sostenido y rentable que pasa por atender no solo a los shareholders sino también a los stakeholders. Hay una tendencia nítida de contar con unos CEO que sean verdaderos activistas entendiendo el papel social de las empresas en la búsqueda del desarrollo sostenible e inclusivo.
9. Tiene coherencia entre la visión/propósito y las decisiones que se toman cada día. Las empresas con mejor perspectiva de futuro son las que conectan con las demandas de la sociedad, organizaciones admiradas y que convierten a sus clientes en verdaderos fans.
10. Es ejemplar para liderar creando relaciones gana/gana. Actualmente, en la era de la transparencia es imposible liderar sin ser ejemplar, sin ser inspirador, sin ser un gran motivador de personas.
En el caso particular de las empresas familiares, las actuales circunstancias obligan a concienciarse de que la competitividad debe ser un factor clave a la hora de seleccionar CEO. No son momentos para veleidades, pues los errores hoy se van a pagar muy caros.
Hasta pronto. Incluso en estas circunstancias excepcionales, recuerda esto: no dejes de esforzarte por ser muy feliz que, al final del día, es lo más importante para ti y los que te rodean.