Filosofía y management
Un artículo anterior de esta serie señaló las razones que justifican hablar con propiedad. Allí se mencionó que los especialistas proponen atacar cualquier deficiencia al respecto por medio de la lectura la cual, además de contribuir a que se hable mejor, amplía los conocimientos. Luego agregaba: “Hace muchos años no era raro encontrar entre los cursos ofrecidos [por universidades o empresas a ejecutivos] algunos sobre grandes escritores o grandes pensadores. La idea era ampliar el panorama intelectual de los gerentes. Esto no sucede con frecuencia en la actualidad. No es fácil decidir si se debe a la falta de tiempo, a una disminución del interés por tales temas o a ambos motivos a la vez. No obstante, de vez en cuando se publican artículos donde se hace referencia a la relación entre literatura y management”.
La denominada filosofía práctica fue impulsada a principios de la década de los 80 por Gerd Achenbach, un filósofo alemán, y difundida a raíz de la publicación en 1999 de un libro titulado Plato, not Prozac! escrito por el profesor Lou Marinoff del City College de Nueva York. Su introducción decía lo siguiente: “Quienes consultan a un practicante de la filosofía lo hacen en búsqueda de la profundidad que proveen las grandes tradiciones de la sabiduría humana. Mucha gente se da cuenta de que los cono- cimientos filosóficos abarcan la lógica, la ética, los valores, los significados, la racionalidad, la toma de decisiones en situaciones de conflicto o riesgo, y todas las vastas complejidades que caracterizan la vida humana”.
En la actualidad se cuenta con consejeros filosóficos, consultores filosóficos y practicantes de la filosofía (philosophy practitioners). En el caso de las empresas, asesoran en el desarrollo personal y el desarrollo de personal, la lucha contra el estrés, el aprendizaje para vivir, pensar, resolver problemas. El enfoque del profesor Marinoff abarca un proceso de cinco etapas, a saber: a) identificación del problema en cuestión; b) determinación de las emociones involucradas en la situación; c) desarrollo de un plan para el análisis, lo cual requiere con frecuencia consultar una obra filosófica relevante; d) contemplar la situación como un todo; y e) alcanzar un estado de equilibrio mental.
Un ejemplo del tema que nos ocupa surge de la descripción de las actividades de un ejecutivo que se hizo cargo de una compañía de seguros. Sus esfuerzos para evitar que fuese vendida fueron descritos así:
El nuevo gerente general buscó asesoramiento externo; pero no el proveniente de un consultor tradicional. Contrató a Tom Morris, un filósofo profesional, para que le impartiese la sabiduría acumulada a lo largo de los siglos. Estudió lo que dijeron Aristóteles, Platón, Séneca y Maquiavelo y lo aplicó al manejo de su empresa, la cual, dijo, ha florecido. “Cuando los empleados están ansiosos como resultado de cambios en la gerencia, ello repercute en las actitudes de los clientes. La gente empezó a entender y a con- fiar en la gerencia a medida que se progresaba y se aplicaba mucho de lo que dijeron los filósofos. Los clientes se sentían mucho mejor acerca de la relación y cuanto mayor era su satisfacción, tanto mejor era el éxito alcanzado”. El Dr. Morris dijo que su enfoque se basó en hacer que los empleados pensaran más profundamente acerca de sus trabajos como una fuente de realización personal más que como una obligación. Puede parecer raro, dijo; pero el estudio de los filósofos de la antigüedad inspiró a los empleados a pensar de maneras diferentes sobre cómo vivir sus vidas y a la vez ejercer un efecto práctico en la revitalización de la empresa. (A. Ellin, If Plato Ran His In-Law’s Insurance Company. The New York Times. Nueva York, 5 de enero de 2000).
Las aplicaciones de la filosofía práctica incluyen, como se señaló más arriba, la psicoterapia. Es allí donde se plantean sus mayores críticas. Una ex presidenta de la American Psychological Association rechazó la idea de que el asesoramiento de los filósofos “o como quiera que se los llame, tenga derecho a tratar con algo tan delicado como la salud mental de una persona”. Los filósofos que se consideren capacitados para terapias en salud mental, dijo, asumen hipótesis ingenuas en relación a lo que un discurrir intelectual puede ayudar en relación a problemas emocionales inmanejables y debilitantes. Ignoran totalmente el inconsciente, agregó. Platón no va a resolver los problemas de pacientes que necesiten ayuda psicológica. (J. Sharkey, diario arriba mencionado, 8 de marzo de 1998).
No todos los filósofos están de acuerdo con la orientación de aquellos de sus colegas que se dedican a asesorar. Éstos aclaran que no atienden pacientes sino clientes y que éstos están en uso de su razón y funcionan en forma adecuada en la sociedad. Agregan que la terapia que ofrecen es terapia para personas sanas brindada cuando éstos necesitan un poco de ayuda con problemas de la vida diaria. Como dice una autora, la popularidad de los grandes filósofos aumenta entre aquellos que se cansaron del psicoanálisis o no quieren vivir con el estigma que esto puede llegar a implicar. (M. Jonson, Fed up with Freud? Give Philosophy a Try. New York Now. Nueva York, 3 de marzo de 2010).