Recordar el pasado para prepararse para el futuro
En Japón, grandes piedras salpican la costa, marcando el punto más lejano al que llegaron los tsunamis históricos tierra adentro. Conocidas como «piedras de tsunami», sirven como recordatorios visuales de la destrucción pasada, advirtiendo a las generaciones futuras que no construyan sus casas más allá de estos límites.
Las piedras de tsunami preservan el conocimiento de la comunidad y evitan que se repitan los errores. Su mensaje es claro: recuerde el pasado o arriésguese a correr peligro en el futuro. Las organizaciones necesitan sus propias «piedras de tsunami», marcadores que preserven la memoria institucional y los aprendizajes de los esfuerzos pasados. Sin esas guías, la amnesia se instala y las lecciones pasadas se desvanecen.
El peligro de la amnesia organizacional
Según expresó la profesora de la Escuela de Negocios de Columbia y experta en estrategia Rita McGrath en una de nuestras cumbres ejecutivas de estrategia e innovación de Outhinker Networks, la mayoría de las organizaciones tienen una memoria sorprendentemente corta: pierden el rastro de los aprendizajes clave y las iniciativas pasadas en tan solo seis semanas.
Imagínese el desperdicio cuando las organizaciones generan ideas solo para no lanzarlas unos meses después. O repiten pruebas y pilotos sin importarles las piedras de tsunami que han registrado aprendizajes de otras idénticas que ya ocurrieron. Esta amnesia obstaculiza gravemente la capacidad de las organizaciones para aprender y aprovechar los esfuerzos del pasado.
El papel de la narrativa
En la sociedad, la narración de historias desempeña un papel vital en la memoria cultural, ya que recuerda a las personas eventos pasados y preserva la identidad a través de las generaciones.
En las culturas nativas, cuando el agua retrocedía, dejando una gran cantidad de peces varados en la orilla, los aldeanos sabían que no debían comer el pescado. En cambio, las historias les decían que corrieran tierra adentro cuando se avecinaba una tormenta. Las historias se transmiten para preservar el conocimiento.
Del mismo modo, las organizaciones sostienen la memoria a través de narrativas, las historias que transmiten sobre los esfuerzos que funcionaron o fracasaron. Hay dos narrativas comunes que escuchamos de las organizaciones:
- El fracaso es el camino al fracaso. («Eso no funcionó la última vez, así que no lo intentaremos de nuevo»).
- El fracaso es el camino hacia el éxito. («Eso no funcionó la última vez, pero esto es lo que
aprendimos para el próximo experimento»).
El primero inhibe el aprendizaje del fracaso. Con cada intento fallido, a los empleados se les permiten vías de exploración cada vez más estrechas.
Algunas organizaciones, como Amazon, emplean la segunda narrativa, promoviendo el aprendizaje constructivo del fracaso. Cada vez que fallan, amplían el conocimiento para impulsar futuras experimentaciones y mejoras.
¿Qué narrativa existe en su organización?
Configuración de «bolsillos de permisos»
La verdadera innovación requiere espacios de permiso, espacios donde los colaboradores tienen licencia para probar cosas nuevas, sin consecuencias negativas del fracaso. En lugar de evitar reflexivamente los enfoques anteriores que fracasaron, las organizaciones innovadoras exploran metódicamente las iniciativas seleccionadas, comprenden por qué fracasaron y disciernen cómo mejorar la próxima vez.
Para transformar el fracaso en aprendizaje, es fundamental preservar la memoria, capturar detalles a través de un análisis retrospectivo o post mortem de la iniciativa, retención de talentos clave y narración con propósito. Estas piedras de tsunami organizacionales marcan la línea de marea alta de los esfuerzos pasados, señalando aprendizajes clave para informar la innovación futura.
¿Cómo puede su organización retener mejor su memoria y aprender del pasado? Estas son algunas ideas para fortalecer la memoria institucional:
- Documente los análisis post mortem después de la conclusión del proyecto, no solo lo que sucedió, sino también información sobre qué intentar de manera diferente la próxima vez.
- Designe guías de innovación que encaminen las ideas a lo largo de los ciclos del proyecto para preservar los aprendizajes.
- Cree una base de conocimientos en la que se puedan realizar búsquedas para conservar informes, análisis e ideas en un repositorio central accesible.
- Anime a los equipos a compartir historias sobre esfuerzos pasados, celebrando los fracasos, para difundir las lecciones aprendidas
- Instituya revisiones periódicas de proyectos e iniciativas anteriores para recordar a las personas lo que se intentó y las brechas que se deben abordar.
En nuestras organizaciones, las semillas de la innovación futura ya existen en nuestros esfuerzos pasados, tanto en los éxitos como en los fracasos. Lo único que tenemos que hacer es aprovechar eficazmente nuestra memoria colectiva para nutrir esas semillas para el futuro.