Tomaste una mala decisión, ¿y ahora qué?
Puede llegar a ser muy doloroso aceptar que hemos tomado una mala decisión. Quizás el perfil del colaborador no era el correcto, o te decidiste por el empleo menos adecuado a largo plazo o quizás ese nuevo producto que lanzaste pareciera ser inútil para el resto de las personas. Ya la decisión la tomaste, y ahora, ¿qué puedes hacer?
Somos seres humanos, y esto incluye no solo ser optimistas, sino también creer que el éxito está a la vuelta de la esquina. Sin embargo, es normal que más temprano que tarde comiences a dudar de tus ideas. Aquí te mostraremos 4 acciones que debes tomar cuando te das cuenta de que has tomado una mala decisión:
1. Entender que necesitas velocidad.
2. Identificar la solución.
3. Aprender la lección.
4. No guardar el conocimiento.
1. Entender que necesitas velocidad.
Como humanos, somos susceptibles a las pérdidas. Por esto, es difícil terminar algo en lo que ya hemos invertido tiempo, dinero o esfuerzo. Esta podría ser la razón por la cual muchas personas permanecen en relaciones infelices —“es que hemos estado juntos durante cinco años”—, o mantienen una posición con una acción —“lo compré a 40 dólares por acción y estoy esperando que vuelva a eso”—, incluso cuando las perspectivas no sean muy alentadoras.
Lo importante aquí es comprender que si nunca va a tener éxito, o si tomará demasiado tiempo tener un retorno sobre esta inversión, o sencillamente no dispones de tiempo, es mucho mejor aceptar la pérdida ahora en lugar de seguir arrastrando este peso y desperdiciar más recursos.
2. Identificar la solución.
Las malas decisiones pocas veces son fatales. Si contrataste a la persona equivocada pero ella tiene la actitud correcta, puedes formarla para desarrollar y potenciar en ella las habilidades necesarias.
Sin embargo, algunos problemas requieren de acciones drásticas y decisivas. Si tu nuevo trabajo realmente te hace infeliz, renuncia tan pronto como sea posible de manera que la compañía pueda llenar tu vacante y tú puedas buscar un empleo que sea satisfactorio.
Es imperativo tener una visión clara de cómo solventar la mala decisión.
3. Aprender la lección.
¿Podrías haber evitado el problema? Muchas veces, actuamos a ciegas (sí, esto suele pasar). Por ejemplo, firmaste un contrato de alquiler justo antes de un desastre natural, o la estrategia de la organización tuvo que ser modificada después de que aceptaste un nuevo trabajo. Sin embargo, la realidad es que existe una gran cantidad de malas decisiones que pudiéramos haber evitado.
Quizás no estudiaste ese nuevo candidato con atención. Tal vez ignoraste algunos signos de posibles problemas económicos y te lanzaste con el nuevo producto. O tal vez no escuchaste a tu pareja sobre la mudanza y ahora estás en una crisis total.
A pesar de que tomar una mala decisión puede ser doloroso, si logras aprender de la experiencia, esto se puede revertir. Toma el tiempo necesario para entender por qué te equivocaste. ¿Distraído? ¿Fuentes poco fiables? ¿Demasiado optimista? Entender la razón de nuestras fallas y desarrollar un plan para superarlas sin duda te ayudará en una próxima oportunidad.
4. No guardar el conocimiento.
Es más fácil esconder las malas decisiones bajo la alfombra y pretender que nunca sucedieron, pero asumir la responsabilidad, tiene un poder intrínseco.
Tomar malas decisiones es, desafortunadamente, parte esencial de la vida: nadie tiene éxito en el 100 % de los intentos. Admitir nuestros errores en una cultura que a menudo los oculta puede ser difícil. Pero cuando lo haces y te enfocas en remediarlos, con velocidad y de forma honesta, puedes suavizar el problema inicial. Esto generará en tus compañeros y pares el respeto.
Una metodología como Getting Things Done —GTD® es una herramienta valiosísima para la toma de decisiones. GTD nos permite tener una visual completa de todos los compromisos que tenemos, haciendo que la toma de decisiones sea seleccionar el asunto más productivo comparado con el resto de nuestros compromisos que decidimos NO hacer en este momento.
Esta simple pero poderosa perspectiva cambia completamente nuestro esquema de trabajo. Además, a través de uno de sus conceptos, la Revisión Semanal®, tendremos la libertad de renegociar nuestros compromisos, adelantándonos a posibles dificultades, fallas o malas decisiones antes de que ocurran. Solo cuando somos capaces de alejarnos del bosque para ver el paisaje completo, podremos vislumbrar peligrosas fogatas capaces de comenzar un incendio.