7 pautas para afrontar el nuevo paradigma: la vida sin certezas
¿Dónde estamos?
El mundo se ha detenido, la vida se ha puesto patas arribas, los seres humanos andamos perdidos buscando seguridad, certezas y zonas de comodidad en las que sentirnos a salvo. Según pasan los días, nos damos cuenta de que la certidumbre no parece regresar; que, por lo que percibimos, nada va a ser igual a como era; que nuestras vidas, nuestras cotidianidades serán otras. Todo esto, a nivel emocional, nos hace sentir que caminamos sobre arenas movedizas, sin una brújula fiable que nos indique cuál es el norte de esta nueva era que acaba de surgir.
La mayoría nos debatimos entre 3 emociones primarias, a veces incluso las sentimos todas a un tiempo, sin saber bien distinguir cuál es la que, en lo más hondo, está manejando nuestros actos:
- La tristeza por las personas que se han ido, de las que no nos hemos podido despedir, a las que no pudimos abrazar, a las que nos quedaron tantas palabras por decir y con las que teníamos tantos planes por hacer.
- La incertidumbre de no discernir qué será de nosotros mañana, de no saber si vamos a ser infectados o salir indemnes de esta especie de pesadilla.
- La impotencia ante el confinamiento. Esta restricción de libertades nos hace sentir aprisionados en nuestras propias casas. Sentimos como que la vida se nos ha detenido y que carecemos de la llave para ponerla en marcha.
Las proporciones varían, pero la mezcla de todos estos ingredientes batidos provoca en cada uno de nosotros un auténtico cóctel emocional (tristeza, dolor, pena, miedo, ira, ansiedad, frustración, impotencia…) que, si no gestionamos de manera sana y ecológica, pueden tener consecuencias nefastas para nuestra salud psíquica y física. (Recordemos que las emociones ponen en alerta a todo el organismo para que funcione como un todo y pueda responder a los retos de la vida, activando múltiples respuestas cardiovasculares, esqueleto-musculares, neuroendocrinas y del sistema nervioso autónomo.)
«Cuando la situación es buena, disfrútala. Cuando la situación es mala, transfórmala. Cuando la situación no puede ser transformada, transfórmate». ~Viktor Frankl
¿Cómo manejar nuestro mundo emocional?
Como señalábamos, en estos tiempos tensos y contradictorios que vacilan dentro de las no certezas, la humanidad está sufriendo y hemos de cuidarnos para dejar que aflore lo mejor de nuestra condición humana. Las siguientes pautas pueden sernos útiles:
- Reconocer y aceptar en nosotros el miedo, no rechazarlo ni esconderlo. Todos estamos sintiendo miedo, ansiedad, desasosiego, preocupación… Es normal. No sabemos qué va a pasar ni cómo hemos de actuar. A muchos, incluso, les está causando problemas de sueño, de comer o beber en exceso, de no poder detener la mente, de enfadarnos por las más insignificantes nimiedades, etcétera… No estamos acostumbrados a manejarnos con esta emoción. Hasta ahora, pensábamos que tener miedo era cosa de cobardes, de débiles… y nunca nos habíamos permitido admitirlo en nosotros. Ahora nos damos cuenta, finalmente, de que tener miedo es de personas, que somos todos seres vulnerables, que si no admitimos esta emoción, ella se apodera de nuestros actos y nos bloquea, sacando lo peor de cada uno de nosotros. Por eso, lo importante es ponerle nombre, identificar el verdadero miedo.
- Observar el miedo en nuestro cuerpo. Miremos en qué parte del cuerpo lo percibimos para poder calmarlo, situando nuestras propias manos ahí donde lo sintamos hasta que apreciemos que en nosotros regresa el sosiego. Reconozcamos también las reacciones que este nos provoca, si nos bloquea, nos lleva al no hacer o, simplemente, nos enfada ante el mundo.
- Identificar qué o quién nos provoca más miedo. Analicemos qué elementos nos están ocasionando este sentimiento: noticieros, amigos, redes… y propongámonos tomar decisiones para exponernos menos, para tener el control sobre él.
- Tomar una decisión vital. ¿Cómo queremos afrontar esta pandemia o nuevo paradigma? Si nos victimizamos en el “pobre de mí”, “¡qué horror, yo no puedo hacer nada!”, entonces, decidimos vivir con un eterno sufrimiento. Si soltamos el control, —tras asumir nuestro miedo y aceptando que la incertidumbre será la constante—, hemos de aprender a vivir con la «impermanencia» de la vida y todo lo que conlleva (momentos de felicidad, alegría y paz, pero también de enfermedad, vejez y muerte), y ya no sufriremos más. Se nos abrirá ante los ojos la posibilidad de convertirnos en arquitectos de nuestra nueva vida y desde aquí podremos seguir.
- Marcarnos una rutina. Comencemos desde ahora a vivir en presencia, en el aquí y el ahora, dedicando tiempo de calidad a cada área de nuestra vida, abrazando a cada paso nuestras emociones, pues serán ellas las que, a partir de ahora, actuarán como termómetro de nuestro bienestar. Dentro de estos hábitos, sería conveniente dedicar un espacio y tiempo a la gratitud, —la memoria del corazón—. Puede ser una época maravillosa para comenzar un diario de gratitud en el que apreciar la cantidad de regalos que cada día te trae la vida.
Además, podemos:
- Comenzar un viaje de autodescubrimiento. Exploremos la relación con lo incierto, silenciándonos y reconectándonos con nuestro yo más profundo. Es el tiempo de revisar nuestras creencias sumergidas, nuestras fortalezas, nuestros intereses, nuestros momentos sorprendentes y aquellos asociados al fracaso, los aspectos de la normalidad que queremos mantener y aquellos de los que queremos prescindir… La vida nos ofrece una excelente ocasión para revisarnos.
- Transformarnos. Hace décadas que la humanidad llevaba clamando por un gran cambio. Ciertamente, estábamos viviendo una no vida irreal, cargada de prisa, violencia, egos, afectos y placeres rápidos, comunicaciones en secuencias de emoticonos y, sobre todo, consumo más consumo y más consumo.
«Toda negatividad es causada por una acumulación de tiempo psicológico y la negación del presente. El malestar, la ansiedad, la tensión, el estrés, la preocupación —todas formas del miedo— son causados por mucho enfoque en el futuro y poca presencia. La culpa, el remordimiento, el resentimiento, la tristeza, la amargura y todas las formas de la falta de perdón son causados por mucho enfoque en el pasado y poca presencia». ~Eckhart Tolle
Los seres humanos estábamos necesitando parar para reflexionar y evolucionar. Este despertar de la consciencia nos brinda la oportunidad de transformar nuestra vida, de innovar y reinventarnos. Para ello, hemos de primero conseguir ¨des-identificarnos¨ de nuestro ego y reconectarnos con nuestra esencia genuina: el ser. A partir de ahí, nos encontraremos ante un lienzo en blanco sobre el que diseñar una nueva vida con sentido.
Como nosotros mismos hemos podido comprobar, la vida exclusivamente basada en la búsqueda de placer y poder se puede desestabilizar ante cualquier coyuntura. En cambio, si lo que nos lleva a levantarnos cada mañana tiene que ver con la búsqueda de un legado o con cumplir una misión, es mucho más fácil sobrellevarlo en situaciones complicadas.
Estamos, pues, ante un momento inédito para diseñar una nueva hoja de ruta, la de poner al servicio del mundo ese valor innato que cada uno de nosotros podemos ofrecer. Con esto, me estoy refiriendo a eso que hacemos que tiene cierta trascendencia, que puede influir de alguna manera en la vida de otras personas.
¿Qué tienes pensado aportar a esta nueva era?