Medidas financieras frente a la crisis económica mundial
Las empresas en general, no importa de que sector, han visto diminuido su nivel de actividad como efecto de esta crisis. Eso tiene consecuencias importantes porque obviamente tienen menos capacidad de generación de utilidades y menos capacidad de generación de efectivo hacia futuro. También es cierto que a raíz de la crisis se ha producido un incremento en los premios por riesgo en general en todo el mundo. Es decir todas las actividades de repente son vistas como más riesgosas. La gente es bastante más conservadora. Eso tiene impacto también en lo que las empresas pueden y no pueden hacer.
Uno de los impactos importantes de la crisis es el hecho de que la deuda luce más grande en las diferentes compañías y obliga a reducir el nivel de endeudamiento y mejorar las capacidades de pago. Aunado a ello, el acceso a crédito se vuelve más difícil, lo que obliga a las empresas a ser más cautelosas y manejar niveles de endeudamiento más chicos.
“El endeudamiento tiene que ser manejado con mucho más cuidado porque al reducirse la generación de efectivo y las utilidades, el valor de las empresas se ha reducido.
Lo vemos a través de muchos sectores industriales y por lo tanto sus niveles de endeudamiento resultan relativamente altos”.
Algunas Respuestas
Lo que debemos reconocer primero es que la recuperación va a ser lenta. Eso significa que las empresas deben tomar las acciones del caso. Recortar costos y gastos en la medida de lo posible, hacer incrementos de salarios mucho más comedidos y reducir programas de inversión y expansión. La recuperación no parece estar a la vuelta de la esquina, y esas medidas no podrán ser abandonadas hasta que se vea que hay una recuperación verdadera de la crisis.
Prudencia hacia futuro también es otra de las respuestas. Las decisiones tendrán que ser mucho más pausadas, discutidas con más prudencia. Las empresas tendrán que usar menos nivel de deuda en general. Primero, por que los bancos no van a estar dispuestos a prestar como antes. “De hecho debemos esperar un periodo en el futuro con inflación más alta y tasa de interés más altas”.
Las empresas van a tener menos acceso a recursos de terceros, para embarcase en sus propios proyectos de inversión y para financiar sus operaciones y su crecimiento.
Por otro lado, las empresas del sector financiero también van a tener que acomodarse en un nuevo esquema regulatorio que afectará más a unos sectores que a otros. Ya la mayoría de los países están revisando su sistema de regulación, incluyendo los Estados Unidos de Norteamérica. Estos nuevos esquemas de regulación y supervisión seguramente cambiarán de manera drástica la forma de competir en ese sector.
Sin embargo, señala Jenkins lo más importante será buscar un balance entre regulación y supervisión. Con relación a esta crisis podemos argumentar que para evitarla no se necesitaban más instrumentos ni regulaciones más fuertes, si no mejor aplicación de las que ya existían.
Entonces, precisamente el ánimo es no forzar esas medidas y regulaciones que lo que terminan haciendo es estrangulando el sector financiero dificultando la canalización de recursos hacia los sectores más productivos.
No queremos un marco regulatorio tan estricto que evite que el sistema financiero haga su función.
Amenazas y Oportunidades
Toda crisis siempre tiene efectos redistributivos. Al final habrá en ésta, como en otras, grandes ganadores y grandes perdedores. También en todas las crisis hay riesgos y oportunidades. Algunos están en mejor posición para aprovecharlas porque quizás tienen más reserva de efectivo, han sido más prudentes en el pasado y pueden hacer en este momento uso de esa capacidad, de esa flexibilidad, de esos recursos que han conservado con tanto recelo y aprovechar las oportunidades que se presenten. Habrá muchas oportunidades como por ejemplo la adquisición de empresas más débiles y la captura de mercados que han quedado desatendidos.
Por otro lado, las empresas que no lo hagan bien, las más débiles, corren riesgo. Ciertamente las empresas que no tengan capacidad de respuesta, deberían tratar de reducir sus niveles de deuda para que esos riesgos no se materialicen y puedan enfrentar mejor a sus competidores en este período aparentemente largo de recuperación.
Jenkins aconseja a las empresas a no embarcarse en este momento en emprendimientos que requieran grandes inversiones con riesgos importantes, ni programas de expansión agresivos. En estos momentos, dice, lo mejor es ser prudente con las inversiones, tratar de conservar el personal clave y si sus niveles de deuda son muy grandes, pensar seriamente en un proceso de reestructuración.
“Lamentablemente para muchas de nuestras empresas en América Latina, la crisis se hizo especialmente profunda, la peor en las últimas décadas. Quizás lo que debemos tener aquí es un poquito de fe. Ha habido otras crisis iguales o peores. De esta vamos a salir también lo que hay que tener es mucho cuidado para no caer en los vicios del pasado”.
Jenkins espera que la recuperación sea real y reflexiona que todos los sectores de la economía deben colaborar para que no sea una recuperación en papel.