Humanocracia
Al referirme a humanocracia, no voy por el rumbo demagógico. Lo que pretendo es tomar el camino de la gestión corporativa con el enfoque de Gary Hamel y Michele Zanini, tan genialmente aplicado en una empresa guatemalteca que admiro: Ecofiltro. Este exitoso emprendimiento con enfoque social prueba con absoluta contundencia que es saludable implementar un modelo de gestión que migre de la burocracia a la humanocracia.
¿Qué significa eso? Pues significa aplicar principios como la cultura de dueños, es decir, que cada colaborador se siente propietario de la empresa porque tiene autonomía, poder de decisión y compromiso con los resultados del equipo. Esto debe ser real. Me refiero a que debe haber absoluta transparencia en el manejo de la información financiera, administrativa y de procesos. Lo que implica, por supuesto, repartir utilidades. ¿Eso sucede en Ecofiltro? ¡Sí! Por lo que Philip Wilson, líder de la empresa, puede asegurar que la propuesta de valor es real, ya que impacta positivamente a todo nivel.
Otro principio de la humanocracia es la gestión de microempresas, es decir que cada unidad dentro de la empresa percibe a las demás unidades como clientes que las contratan y a quienes deben atender con excelencia.
El tercer principio es la meritocracia, que privilegia los logros de los colaboradores, no las jerarquías burocráticas. La necesaria estructura organizacional se define por competencias, capacidades, aportes y resultados. De esta forma, la influencia está proporcionalmente relacionada con lo que cada uno genera en beneficio del propósito compartido.
Otro principio fundamental es la construcción de comunidad. Todos somos más creativos y productivos cuando interactuamos dentro de un grupo cercano del que nos sentimos parte, con quienes forjamos lazos y en quienes confiamos. En los entornos de alta confianza se toman decisiones arriesgadas, y debemos salir de nuestra zona de confort para no quedarnos rezagados. Según Gallup, solo dos de cada diez empleados dicen tener un amigo cercano en el trabajo. ¡Wow! Necesitamos empresas que sean comunidades empáticas y resilientes, con el propósito de generar bienestar para todos.
En ese ambiente humanocrático que valora y motiva el aporte de cada uno es posible abrir la puerta a la experimentación, ingrediente vital para crecer. Las empresas que buscan avanzar deben ser laboratorios en donde hay libertad para probar soluciones. Las organizaciones de puertas abiertas, inquietas, curiosas y capaces de aprender son las que marcan el paso.
Un último ingrediente para cocinar la humanocracia es la gestión de la paradoja. ¿A qué me refiero? A buscar el balance. En un ambiente burocrático, la estandarización es la norma, por lo que se diluyen las muestras de excepcionalidad tan valiosas para la empresa.
¿Cuál sería el punto de equilibrio entre la disciplina y la libertad, entre el análisis y la agilidad en la toma de decisiones para tu equipo? Establezcan juntos esos parámetros y todo fluirá hacia la construcción de valor que aporte soluciones al mundo. Anímese a sembrar estos principios de humanocracia en el ADN de su empresa y cosechará abundantes frutos de satisfacción en el cumplimiento de su visión.