¿Cuál es su misión personal?
A medida que pasa el tiempo me doy más cuenta de que estas reflexiones nos dan cierta ansiedad y presión sobre el objetivo de ser felices. Este tipo de frases nos colocan en una incesante búsqueda, cual cazadores del Arca Perdida o de El Dorado, de la felicidad. Es así como en muchas ocasiones -cuando la realidad no encaja con nuestra idea de lo que es ser feliz en un trabajo, en una relación o incluso en un país- nos sentimos vacíos y desdichados.
Específicamente en los últimos meses, me he dado cuenta que la vida no está diseñada para ser fácil. El simple hecho de estar “vivo en la vida” conlleva una serie de situaciones adversas diarias con las que hay que batallar. Incluso los que tienen la suerte de tener trabajos, relaciones y situaciones económicas “ideales”, tienen que convivir con situaciones adversas a veces tan sencillas como recibir un mal servicio, ser víctima del incumplimiento de otra persona, pagar el precio de la irresponsabilidad de otro o tener que asumir las informalidades de terceros. En otros casos, deben lidiar con situaciones repentinas e inesperadas que sacan totalmente de balance esa situación que, cierto o no, aparentaba ser perfecta. En otras palabras, justo cuando creemos que todo en nuestra vida está en balance y armonía sucede algo que viene a romperlos. Es aquí cuando cobra verdadera importancia tener una sólida misión personal.
Para no entrar en definiciones rebuscadas sobre lo que es la misión personal, quisiera ilustrarlo con varios ejemplos muy simples y directos. Estoy seguro de que la gran mayoría de nosotros cuando pequeños no éramos apasionados de la idea de tener que dejar de jugar o de ver TV para hacer tareas. Pero era nuestro deber pues ese era el paso indispensable hacia algo importante: pasar de curso. Y si fuimos estudiantes universitarios seguramente nos perdimos más de una fiesta u hora de sueño para estudiar para un examen. ¿Y todo esto por qué? Porque contribuía a lograr una meta personal: ser profesional. Muchos de los que hacemos ejercicios seguramente no estamos muy de acuerdo con pasarnos un par de horas -que podríamos estar con nuestra familia o amigos- sudando, sofocándonos y adoloridos. Pero entendemos que el bienestar y la salud justifican el esfuerzo. Y si nos vamos al plano laboral o empresarial es seguro que para muchos de nosotros la idea de pasarnos ocho o más horas con estrés, resolviendo problemas y cumpliendo objetivos apremiantes no es nada comparable con un día en la playa. Sin embargo, lo hacemos porque es un medio de realizarnos, sentirnos productivos y, ¿por qué no decirlo?, generar ingresos para nuestras necesidades y gustos.
En todas las facetas de la vida arriba mencionadas, el fin justifica los medios. Para mí, la misión personal es nuestra razón de ser, lo que nos motiva a seguir adelante, aquello que nos da la capacidad de ver las cosas en perspectiva más allá de una situación adversa determinada y la fuerza para lidiar con los obstáculos puntuales que se nos presentan en el camino. Algunos se estarán preguntando cómo pueden determinar su misión personal. Realmente, no les puedo dar una sola metodología concreta -y hay varias- ya que en mi caso la descubrí por accidente y no por una profunda introspección. Sí les puedo decir que piensen y reflexionen en por qué y para qué se levantan todos los días de la cama. Y que su misión personal no tiene que ser una frase rebuscada y llena de términos ajenos a usted. Recuerde que, a menos que usted la decida compartir, esta misión es solo suya. Si como buen dominicano usted quiere un “atajo”, le comparto algo que aprendí recientemente en una conferencia: pregúntese “¿Cuál es mi verbo?”, o sea, cómo usted se definiría en un solo verbo, no un adjetivo. En mi caso, el verbo con el que me identifico es “aportar”.
¿Qué está usted esperando para tener su misión personal?