¿IA que supera la IN?
“Jarvis, redacta un texto de mil quinientas palabras que argumente sobre tu capacidad de procesar y estructurar información de acuerdo con parámetros lógicos”… Esto y mucho más es lo que ahora podemos pedir a varias APP configuradas con IA. No sé si recuerdas, pero el primero en desarrollar un Jarvis fue Tony Stark, quien heredó el ingenio visionario de su padre (te invito a ver la saga Iron Man). Pues esta tecnología ya es parte de nuestra realidad y avanza a pasos de gigantes. ¿Te inquieta o te entusiasma?
Empresarialmente, tecnología podría ser sinónimo de eficiencia. ¿Queremos producir a escala y cumplir con ciertos parámetros? Sistematizar procesos es la respuesta. Lo sorprendente ahora es que cada vez se diluye más la línea que antes era una frontera entre la automatización y la personalización.
En mis tiempos de estudiante de maestría se tenía la percepción dicotómica de computadora versus ser humano. La percepción era: “Si es generado por una computadora, es rígido, frío, ‘sin alma’. Para que tenga calidez humana, con la fluidez de lo personalizado y singular, debe ser hecho a la medida por alguien, no por algo”. Te tengo una noticia: ¡esta premisa ya no aplica!
Los avances en IA nos brindan un nivel de sofisticación antes impensable para producir insumos como texto, imágenes y gráficos que de binarios ya no tienen ni el nombre.
Herramientas como ChatGPT4, DALL·E2, Dream.AI, que han superado las barreras algorítmicas para aprender a crear, nos dejan con la boca abierta. Además de las plataformas colaborativas como Fiverr que derriban las fronteras para conectarnos globalmente con profesionales de muchísimas disciplinas.
Por supuesto que la innovación genera dilemas éticos, y la preocupación de muchos es que presenciaremos el derrumbe de la fuerza laboral humana sustituida por la incansable y hambrienta inteligencia artificial. No lo creo porque nosotros somos la IN (Inteligencia Natural) que configura la IA (Inteligencia Artificial), por lo que te invito a explorar las posibilidades desde la perspectiva de la abundancia de oportunidades.
Hace 30 años, investigar un tema nos obligaba a ir a la silente biblioteca y sumergirnos en la marea de las páginas encuadernadas. En ese entonces, la habilidad era encontrar información. Ahora la habilidad ante el tsunami de información es la capacidad de filtrarla a través de un análisis crítico que requiere el desarrollo de otras capacidades cognitivas y de resiliencia. Pues lo mismo sucede con los avances tecnológicos.
Veámoslo así: nosotros mismos nos ponemos la vara más alta, nos desafiamos y lo que debemos hacer es buscar los mecanismos para equiparar nuestra evolución tecnológica con nuestra evolución como seres que ya no solo buscan eficiencia, sino que se interesan por encontrar la forma de vincularse para contribuir. ¿Qué ganamos con sistematizar procesos y alimentar la inteligencia artificial? Pues, ganamos calidad de vida que es sinónimo de riqueza.
Tal como Tim Ferriss afirma, la verdadera riqueza no proviene de los recursos financieros, sino de los recursos más valiosos: tiempo y movilidad. La fórmula sería: Tiempo + Movilidad = Nueva riqueza. Precisamente lo que nos brinda en bandeja de plata la IA: más tiempo, más libertad. ¿Para qué? Para ser humanos, para encontrar la forma de contribuir a través de la empresarialidad que nos caracteriza.
Seamos empresarios despiertos que también despierten el poder de las personas y de las organizaciones, aprovechando al máximo las soluciones que la tecnología nos brinda para ser más eficientes.