No somos líderes humanos, somos seres humanos liderando
En este difícil momento, nuestro papel como líderes requiere de un enorme cambio de actitud, de una disposición ilusionante por crear un futuro más comprometido y más orientado al bien común. ¿Y eso por qué? Estamos asistiendo a una re-evolución de la consciencia, elevándonos de los niveles físicos, emocionales y mentales a los superiores, los espirituales. El ser humano ha venido a este mundo a crecer, y es en esta generación que se nos ha dado el pistoletazo de salida para metamorfosearnos hacia una consciencia más elevada, centrada en la cohesión interna.
Llevábamos demasiado tiempo, en el nivel de transformación, ocupándonos exclusivamente de nuestro crecimiento personal, de evolucionar, aprender. Aunque no nos dimos cuenta, nos estábamos quedando estancados. Por eso, hoy, me atrevo a decir que los egos, los independentismos e individualismos han dejado de ser muestra de actualidad y han pasado a ser una parte turbia de nuestro pasado. Nos estaban distorsionando la verdadera realidad y cegando la visión organizacional.
Este impacto, a modo de pandemia, nos ha venido para despertar: no somos meros líderes humanos, somos seres humanos liderando. Nos hace falta cambiar de paradigma, abandonar el modo “yo” y pasar al modo “nosotros”, transcender de la búsqueda del interés propio al del interés por la colectividad. Este es nuestro gran reto como líderes. Cada organización tiene por delante una oportunidad maravillosa de establecer una comunidad interna, en la que los escenarios sean sostenibles para nuestros equipos, en la que todos contemos, en la que la esencia de cada cual pueda brillar. Únicamente si caminamos juntos, codo con codo, SER+SER, podremos salir adelante y crear un futuro de menos apegos (seguridad, estatus, poder, control…) y más saludable para los seres humanos. A partir de ahí, se producirá una conciencia de misión y visión compartidas: “Estamos aquí como equipo-empresa para…” y “dentro de 1 año nos vemos así…”
¿Cómo podemos permutar de paradigma?
Paso I: Aceptar la nueva realidad
Tener la oportunidad de vivir esta coyuntura es realmente retador; se trata de partir de un estado de “no saber” para poder avanzar. Lo primero es, por tanto, aceptar esta nueva realidad sin intolerancias ni luchas, sino acogiéndola en el seno de nuestras organizaciones como una situación que ha venido a quedarse, y solo desde esa asunción podremos diseñar un nuevo rumbo. No son tiempos de terquedad, conformismos ni resignación; son tiempos de apertura, de revisión y reinvención. Son tiempos de cambio. Se abren nuevas rutas y nuevos caminos. Hemos de buscar inspiración para crear algo distinto, algo diferente. Tenemos ante nosotros un lienzo en blanco que aún está sin pintar: aceptémoslo y pongámonos a pintar.
Paso II: Quitarse la armadura de superhéroes
En segundo lugar, hemos de conectar con nuestro verdadero ser, apartarnos de las apariencias y de las armaduras de blindaje que tanto protegían nuestras debilidades y nos hacían parecer inmunes a las adversidades, sin tomar consciencia que solo nos permitían establecer relaciones desvinculadas y superficiales.
Cuando dejamos de lado la arrogancia, la superioridad, la competitividad, el ego, admitimos nuestras imperfecciones y las de los demás. Entonces, establecemos relaciones más honestas y auténticas. ¿Qué tal si nos mostramos tal y como somos para ser la mejor versión de nosotros mismos? “Cuando el líder demuestra vulnerabilidad y sensibilidad y une a las personas, el equipo gana». (Howard Schultz).
Paso III: Estar 100 % presente
Hay que hacer que el equipo se sienta escuchado. Es más fundamental que nunca conocer el estado de ánimo de cada uno de los integrantes. De esa forma, haremos visible el compromiso de la empresa con el bienestar de las personas, además de evidenciar la coherencia con las medidas de higiene de prevención y protección que se estén implementando.
No podemos olvidar que las personas con las que trabajamos tienen una carga de incertidumbre y una huella emocional por las experiencias vividas que puede ocasionar una falta de motivación y estímulo para afrontar nuevamente su carga de trabajo de manera productiva. Como líderes, hemos de saber contenerlo y gestionarlo.
Paso IV: Ser amable y agradecido
Esta es una gran oportunidad de mostrarnos como seres humanos genuinos. Este es el momento de la franqueza y de la autenticidad. Si no aprovechamos este periodo para ayudar, ser generosos, acariciarles con nuestras palabras y sacar la mejor persona que podemos llegar a ser, dejaremos de inspirar y nuestras alianzas serán banales y demasiado poco sólidas para emprender este novedoso trayecto.
Es necesario regenerarnos entre nosotros, priorizar lo verdaderamente importante y, sobre todo, saber dar las gracias por haber estado ahí. “El agradecimiento es la memoria del corazón” (Lao Tse), por eso ha de ser real, sentido y percibido.
Paso V: Recuperar el humor y buscar sonrisas
Necesitamos volver a re-ilusionarnos. Como dice María Jesús Álava: “Podemos vivir con poca salud, con poco dinero, pero no sin ilusiones”. Necesitamos sembrar esperanzas, enfocándonos en las soluciones, en las pequeñas conquistas, en lo que hacemos bien. Desde ahí, estaremos preparados para co-crear ese futuro cargado de nuevas oportunidades. Pongamos música en las organizaciones para, como dice la canción:
Saber que se puede
Querer que se pueda
Quitarnos los miedos
Dejarlos afuera
Pintarse la cara
Color esperanza
Tentar al futuro
Con el corazón…
Vale más el presente que el futuro.