Nada es “de repente”…

De igual forma, la palmera que ese mismo día, hasta que apareció la tormenta, nos brindaba su sombra, tampoco surgió por “generación espontánea” el día anterior. Esta palmera es el resultado de años de constante crecimiento y sobre todo del afianzamiento de sus raíces en la tierra, precisamente para poder resistir los embates de tormentas como esa.

En las organizaciones y en las personas pasa lo mismo que en la naturaleza y en la vida: La lealtad de los clientes hacia una empresa y sus productos no se logra de la noche a la mañana y sin hacer nada. El prestigio y la reputación no se construyen al vapor y por arte de magia. Las carreras exitosas no se desarrollan de un día para otro tomando atajos. La lealtad de los empleados no se genera de un momento para otro y sin hacer esfuerzo alguno. El reconocimiento de los demás no aparece de repente y sin ningún sacrificio asociado. En pocas palabras, el éxito y el liderazgo, en cualquiera de las acepciones que queramos darles, no surgen de la nada y sin entrega alguna. No obstante ante estas evidentes realidades, muchos aún insisten en buscar atajos en la vida y en procurar la forma fácil de lograr las cosas. De aquí el hecho que quiera compartir hoy con ustedes estas reglas de vida:

Así como en la vida, en el mundo empresarial y en el profesional hay poco espacio para la improvisación: No podemos pretender “madurar con carburo” y saborear las mieles del éxito sin entender que en la vida todo es parte de un proceso de crecimiento y consolidación. Quizás podamos buscar catalizadores que aceleren un poco los resultados, pero todos los pasos hay que darlos uno a uno, pues todos conllevan grandes aprendizajes, experiencias y lecciones que, al igual que la raíz de la palmera, nos permitirán afrontar las tormentas en las que nos encontremos en la vida. Además, sólo con la plena conciencia del esfuerzo realizado, es que surge la verdadera satisfacción por los logros alcanzados.

No envidiemos el éxito ajeno, restemos méritos a la ligera o juzguemos a los demás: Nosotros no conocemos con profundidad la historia de quienes nos rodean, ni los sacrificios que determinada persona ha hecho o está haciendo para estar donde está. Tampoco sabemos necesariamente el precio que aún está pagando. De hecho, alégrese siempre del triunfo de los demás, pues, si éste es merecido, es la mejor noticia que usted puede recibir, ya que indica que usted también lo puede lograr con esfuerzo y sacrificio. Si este éxito no es merecido, no pierda su tiempo juzgándolo pues éste no es su papel. Asumamos que el universo es sabio y pensemos con convicción que si alguien intenta salirse de los procesos normales y quiere lograr el éxito al vapor o de forma incorrecta, él se encargará a su debido momento de poner las cosas en su lugar.

Definamos claramente lo que es el éxito para nosotros: Procuremos que nuestra definición del éxito vaya asociada a nuestros valores más arraigados y a principios morales aceptados. De esta forma, tendremos un norte claro en la vida y no estaremos perdiendo nuestro enfoque al estar pendientes de lo que logren los demás y, sobre todo, en cómo lo logren. Además, el hecho de que esta definición del éxito se sustente en nuestros valores y en principios morales y éticos permitirá que si nuestras aspiraciones aumentan, nuestra forma de lograr éstas no cambie.

Seamos nosotros mismos: No nos comparemos con los demás. No asumamos definiciones ajenas de lo que es la felicidad y él éxito. Procuremos saber cuál es nuestra misión en la vida, y una vez que la conozcamos, hagamos como el caballo de carreras, al que le colocan anteojeras para que siempre mire hacia adelante no hacia los lados, pues al mirar cómo va el de al lado muchas veces nos apartamos del objetivo principal. Y hablando de carreras, recuerde que en muchas ocasiones el gran mérito está en llegar a la meta, y no necesariamente en llegar de primero.

En conclusión, hagamos una introspección de que en la vida no existen los “de repente”…, que todo lo bueno y lo malo que sucede es el resultado de la acumulación de factores y, sobre todo, procuremos crear las condiciones desde hoy mismo para que los resultados de mañana sean los que proyectamos. Esto implica que trabajemos constantemente en cultivarnos y en crecer como seres humanos, y sobre todo contribuyamos con el desarrollo de los que nos rodean, ya que en definitiva ese desarrollo será también el nuestro.

Sobre el autor

Ney Díaz

Presidente y fundador de INTRAS, reconocida como la principal empresa de capacitación especializada y consultoría formativa en la República Dominicana, con importantes alianzas con organizaciones de España y América Latina. Preside, también, la firma de capacitación Skills y la empresa Summit, especializada en la organización de eventos corporativos. Es, asimismo, editor en jefe de la Revista GESTIÓN y Senior Advisor de Executive Education para República Dominicana de la IE Business School de España.

Como autor, ha publicado el libro Las 12 preguntas. Puede encontrar más de los escritos de Ney Díaz en su blog en https://neydiaz.com/blog.

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