La gran reinvención silver
«El hombre sabio ha de estar siempre atento a la impermanencia de todas las cosas». Confucio
Desde hace más de 25 años, combino mi labor diaria con sesiones de coaching a ejecutivos. Poder ayudarles cuando están pasando un mal trago por razones tanto personales como profesionales me apasiona. Me reta ver a las personas volver a sonreír. Según van pasando los días, voy empezando a ver cómo la mirada cabizbaja pierde fuerza, los ojos comienzan a brillar de nuevo y la comisura de los labios se eleva para volver a reír. No tengo una varita mágica ni ningún don especial; simplemente, escucho con toda mi atención y les voy haciendo preguntas que le llevan a replantearse las verdaderas prioridades de su vida. Se preguntará: «¿Y todo esto a qué viene?». El tema es que hoy día estoy empezando a preocuparme, porque están siendo demasiados los profesionales exitosos que se sienten existencialmente melancólicos, perdidos, con falta, vacíos, inadaptados en los nuevos entornos y, sobre todo, con unas ganas terribles de gritar «¡Basta!», pero el problema es que no saben bien a qué, ni por qué.
El perfil habitual es de un hombre en los 50 años, con una excelente carrera profesional en multinacionales, un gran bagaje competencial, un nivel de vida medio-alto, una casa bonita, familia estable, valores humanos y yo diría que, en general, muy buena gente. Todo ello me ha llevado a tratar de encontrar explicaciones fidedignas de por qué sucede esto y he encontrado dos razones:
1. El impacto en las personas de las fluctuaciones económicas y las respuestas a la pandemia que les ha inspirado a reconsiderar sus prioridades e intereses. La pandemia nos ha hecho a todos clic. Ha supuesto un momento de ruptura porque, por primera vez, nos hemos enfrentado a nuestra propia mortalidad, y, además, hemos tenido el tiempo y el espacio para reflexionar sobre nuestra vida en su totalidad. En otras palabras, nos removió nuestra razón de ser, el para qué trabajamos y nos levantamos todos los días. Hemos sido muchas personas, especialmente en nuestros silver years que nos hemos dado cuenta de que la vida es demasiado corta para quedarnos en un trabajo que realmente no nos gusta, o que ya no nos motiva, o para dejarnos la piel por una empresa que, en los momentos cruciales, poco o nada se ha preocupado por nosotros. En 2020, el 37 % de los trabajadores estadounidenses perdieron o cambiaron de trabajo. Según el informe Microsoft’s 2021 Work Trend Index, el 41 % de los profesionales probablemente considerarían dejar su trabajo el siguiente año. Esta crisis laboral derivó en la Gran Renuncia: dejar el trabajo para vivir.
2. La curva de la felicidad a los 50 se vuelve descendente. Los estudios sobre felicidad demuestran que en la etapa silver, entramos en nuestro punto más infeliz, sentimos tristeza y desesperación. Nos cuestionamos nuestro orden vital, analizamos los logros obtenidos, valoramos la condición de vida alcanzada. Es el momento en que nos chocamos de bruces con nuestro gap vital: la diferencia que existe entre la expectativa que teníamos sobre nuestro destino y la realidad concreta a la cual hemos llegado. Además, internamente empezamos a sentir que la chispa se nos ha ido, no estamos muy seguros de cuándo se apagó ni cómo recuperarla. Simplemente, las ilusiones han ido menguando, las energías han comenzado a flaquear y los proyectos futuros están detenidos esperando esa gran oportunidad, que, si no la buscamos, nunca llegará. No tenemos del todo claro que es lo que ha sucedido hasta ahora, la vida se nos ha pasado y, con ella, la de nuestros hijos y apenas nos dimos cuenta porque estábamos trabajando.Es como si a los 50 algo se rompiera dentro de nosotros, y lloramos, se nos baja la libido, la autoestima, el entusiasmo… Nos damos cuenta que no hemos vivido nuestra vida, sino la que se supone que deberíamos vivir. Nos sentimos desubicados, aunque cómodos, pero sabemos muy adentro que nos falta ilusión. Tampoco sabemos a dónde ir o qué queremos hacer a medida que envejecemos cuando, en realidad, deberíamos estar planificando nuestra longevidad. En nuestra mente surgen las grandes preguntas: «¿Es así la vida» e «¿Y ahora qué?».
Sea cual sea la razón de nuestra crisis vital a los 50, no podemos olvidar que nada es permanente, ni durará eternamente. Es una experiencia puntual maravillosa que nos fuerza a reconsiderar, en un plazo breve de tiempo, el sentido de nuestra vida: quién soy, qué quiero, cómo lo quiero, con quién lo quiero, qué estoy haciendo con mi tiempo. Es un proceso que no es fácil y sí muy doloroso, pues sentimos emociones intensas y nos resulta muy complicado encontrar de nuevo el norte.
Hay personas que quieren volver a ser quien eran, pero eso no puede ocurrir. Los seres humanos somos seres en evolución, no caminamos marcha atrás, sino hacia delante. Es un proceso de transición, que requiere hacer un duelo; hemos perdido la antigua estabilidad y no volverá. Ahora tenemos por delante un momento en el que hemos de ser capaces de soportar estos periodos de confusión y duda, de necesidad de interiorización y cuestionamiento, y solo después estaremos preparados para planificar una ruta que nos permita buscar oportunidades, experimentar poco a poco, permitir y provocar que nazcan cosas nuevas. La buena nueva es que, después de cualquier crisis, salimos reforzados, seguros y con nuevas ilusiones para afrontar el mundo diferente que ha surgido para nosotros.
Si lo piensa, tenemos ante nosotros la gran ocasión para encontrar el para qué, para plantearnos qué es lo que hemos venido a hacer aquí, para qué vivimos, interactuamos, trabajamos, nos relacionamos. Pocos se dan cuenta que lo que nos está pasando es que nuestra verdadera persona, nuestra esencia, está pugnando por salir y dejar de lado al personaje que nos ha acompañado hasta esta etapa, porque ahora lo que empieza a interesarnos es alcanzar más un buen ser que un buen tener. Se nos presenta una excelente coyuntura para empezar a vivir nuestra vida por primera vez, con 50 años, ¡qué maravilla!, para dejar de proyectarnos hacia fuera y volver a centrarnos en la propia vida y vivirla tal y como queremos.
Para ello, lógicamente, tenemos que hacer grandes y pequeños cambios, tomar decisiones y, sobre todo, arriesgarnos y atrevernos. Les sugiero humildemente varias vías:
1. Tome posesión de sí mismo. En medio de la confusión más absoluta, cuando todo falla, cuando se ve solo y perdido, justo donde la desesperación empieza, es cuando puede descubrir, de repente y de forma inesperada, el brillo esplendoroso de la existencia «la noche oscura del alma»: ¿qué hago yo ahora? Es decidir que tiene que hacer algo, que el núcleo central de la solución está en sí mismo. Ese el primer paso para llegar a la solución.
2. Mantenga la calma. No dejarse llevar por las emociones alteradas ni echar la culpa ni la responsabilidad de sus nervios a otros. Los otros pueden ser culpables, pero usted es responsable de cómo se siente. Una de las mejores técnicas es comenzar a practicar diariamente, a la misma hora, meditaciones guiadas de 5 a 10 minutos. Ira viendo que poco a poco sus ideas se aclaran y que puede percibir mejor la naturaleza de su problema.
3. Póngase en movimiento. Cuanto más activo sea, más energía tendrá para disfrutar de la vida y estará más en forma, lo que significa menos molestias y dolores. La edad no es una restricción para mantenerse en forma y le hará sentir años más joven.
4. Pregúntese: «¿Qué es lo que realmente te apasiona en la vida o qué es lo que te hace sentir bien y estar vivo?». Las pasiones y pasatiempos en la vida le hacen feliz, le mantienen mentalmente alerta, le dan un sentido de propósito, son excelentes formas de socializar y pueden darle una razón para levantarte por la mañana.
5. Cultive la actitud. «Viejo» es aquel que se rinde ante la ola, el que se conforma, y «joven» es el que es curioso y aprende cada día. No prepare su vejez, planifique su longevidad. Tire la excusa de «soy demasiado viejo». Nunca se es demasiado viejo para probar algo nuevo, ni para embarcarse en un nuevo desafío o disfrutar de la vida. Siga aprendiendo y ejercitando la mente. Como ya sabe, la mente es un músculo como cualquier otro y debe usarse para mantenerse en óptimas condiciones.
6. Plantéese nuevos objetivos: confeccione su silver bucket list. Actúe de forma proactiva para desarrollar las condiciones más favorables. A los 50 es el momento de comenzar a crear sus propios objetivos de las cosas que siempre ha querido hacer. Haga esa maravillosa lista de todo lo que no quiere irse de este mundo sin hacer. Aún está a tiempo de hacer de su vida todo lo que quiere. Los cambios significativos solo aparecen cuando comienza a organizar su tiempo alrededor de sus prioridades, en lugar de sacrificar sus prioridades con el pretexto de que nunca tiene tiempo. Estar vivo es involucrarse con la vida, implica arriesgarse, pues esta es la edad en la que le empieza a importar lo que va a dejar y busca ser referente.
7. Socialice. Tener personas a su alrededor que sean positivas, en forma y que disfruten de la vida son las mejores personas para tener a su alrededor. Una vida social activa es una de las formas más sencillas de sentirse más joven. Tener lugares a donde ir y gente con quien ir, disfrutar de la compañía de otra persona, compartir risas y compañerismo son algunas de las mejores cosas que puede tener en la vida.
8. Sea agradecido. La edad es un regalo que no todo el mundo recibe. Agradezca que ha llegado a la edad que tiene y que aún tiene el don de la vida por delante. Piense en todas las lecciones importantes que la vida le enseñado hasta este momento. A veces ayuda escribir un diario de gratitud.
En definitiva, los silver years vienen pisando fuerte y causan mucha incertidumbre y desazón. Sin embargo, no podemos pasar por ellos huyendo o dándolos por alto, porque son el gran tiempo que nos brinda la vida para reinventarnos y vivir con sentido. Cuando nos llegan, hemos de atravesarlos con valentía, como se afronta el dolor, no esquivándolos, sino yendo de frente. Por supuesto que en un principio son duros y nos crean mucha confusión, pero, según transitamos por ellos, nos vamos dando cuenta que son una ocasión única para buscar un sentido a nuestro día a día, lejos del enriquecimiento material, que ya no nos llena, y mucho más enfocados a los valores emocionales en los que encontraremos la forma de explorar nuevos territorios. Demuestre al mundo que está viviendo sus mejores años. Los grandes cambios siempre vienen acompañados de una fuerte sacudida. Recuerde, no es el fin del mundo: es el inicio de algo nuevo.