Una crisis “relativamente real”…
Si algo he aprendido a estas alturas sobre esta crisis es su “relatividad”. Es decir, que las reacciones y expresiones de preocupación del empresario que se queja de que sus ventas han bajado de mil a novecientos millones son prácticamente iguales de dramáticas que la del pulpero de la esquina que está preocupado porque “la venta ta floja”. Dicho de otra forma, las personas nos acostumbramos tanto a vivir en una determinada realidad que cuando tenemos un problema que nos afecta reaccionamos ante ellas en la misma proporcionalidad e intensidad, independientemente de que una realidad sea sustancial mejor que la otra.
Otra cosa que he aprendido es que las personas están tan inmersas en sus crisis “relativas” que no entienden que aún en la peor de las crisis, las oportunidades aflorarán si tan sólo las energías se concentraran en lo correcto. Sin embargo por lo regular las reacciones de todos son las mismas (obviamente en diferentes proporciones). Mientras el empresario empieza a despedir empleados y a reducir costos con un “machete” (en lugar de utilizar un bisturí), el pulpero de la esquina entra en franca depresión y en un espiral de ahorros de gastos que al final de cuentas afectará su crecimiento en el largo plazo. A diferencia del empresario cuya preocupación es al menos mantener lo que ha logrado, el único problema de este segundo es que al asumir esa posición “fatalista” ante toda situación adversa, nunca podrá dar el próximo paso para crecer y evolucionar y por ende es muy probable que termine el resto de su vida haciendo lo mismo.
Cuando hay crisis los mercados se contraen, no desaparecen… Es decir, si antes el mercado total de un determinado producto era de 100 unidades y ahora es de 80 unidades, en vez de hundirse en su propia crisis existencial, sus energías deberían enfocarse en lograr que todas esas 80 unidades sea usted quien las venda, no sus competidores y mucho menos los proveedores de productos sustitutos. Dicho de otra forma, su prioridad debe ser el lograr innovaciones en sus productos, proveer servicios agregados, crear valores añadidos, implementar estrategias de comunicación, desarrollar iniciativas que lo lleven a ser la única opción (o al menos la opción preferida de sus clientes). Solo así cuando el mercado total sea de 100 unidades otra vez usted habrá salido “fortalecido” de esta crisis.