El mejor favor de mi vida
Esta conversación tuvo lugar con un joven al que no conocía frente a dos cajeras en un banco español un día de septiembre de 1994:
—Joven (con acento colombiano): “Buenos días, señorita. ¿Podría, por favor, darme las informaciones respecto a este préstamo para estudiantes del ICADE?”
—Cajera: “Mire aquí, joven: esta es la documentación. Si tiene cualquier duda, me pregunta.”
—Yo: “Disculpa, ¿eres español?”
—Joven: “No.”
—Yo: “¿Tienes un garante español?”
—Joven: “No.”
—Yo: “Pues, te recomiendo no contar mucho con ese préstamo.”
Un poco sorprendido, aquel joven me preguntó por qué yo estaba tan seguro de que a él no le darían el préstamo. Le comenté que hacía justo un año yo había solicitado ese mismo préstamo y que el primer requisito era ser español y que el segundo, y más importante aún, era tener un garante. Procedí entonces a orientarlo sobre otras opciones y facilidades de financiamiento y ayudas a las que podría acceder y a quién debía contactar en la universidad para obtenerlas. Al darse cuenta de que íbamos a la misma universidad, me preguntó de dónde era yo y qué maestría estaba cursando. Se inició así una amena conversación en la que lo orienté sobre muchos aspectos que él desconocía de la universidad.
Durante nuestra conversación, el joven me indicó que acababa de llegar y me preguntó si yo sabía de alguien que estuviese alquilando una habitación, ya que él estaba en un hotel. Le comenté que precisamente mi compañero de apartamento (quien también era colombiano) y yo íbamos a alquilar la tercera habitación a otro amigo, pero, si él quería, podía quedarse unos días con nosotros en lo que se ubicaba. Dos días después, el joven se mudó a nuestro apartamento, y pronto encontró otro alojamiento más cercano a la universidad. No obstante, mantuvimos el contacto y la amistad continuó.
Transcurridos un par de meses, el joven me llamó de la nada y me preguntó si yo, tal y como le había comentado anteriormente, iba a ir a Barcelona a visitar a mi abuela el próximo fin de semana largo. Al responderle afirmativamente, me comentó que su compañero de apartamento era de Barcelona y que se iba ese fin de semana en su carro con un par de amigos. Me llamó por si me interesaría ir con ellos para compartir los gastos del viaje. Le dije inmediatamente que sí. Para hacer una historia larga corta, no solo me fui a Barcelona en esa “bola”, sino que, a partir de ese viaje, también afiancé una gran amistad con su compañero de apartamento.
Hasta ahora, lo que les he contado no tiene mayor trascendencia y no difiere de docenas de anécdotas similares que cualquiera de nosotros hemos vivido. Pero esta tiene un ligero matiz. Aquel amigo de la “bola” a Barcelona fue también el primer facilitador que traje a República Dominicana cuando, un par de años luego de mi regreso al país, decidí organizar mi primer seminario de capacitación ejecutiva. Y fue también ese mismo amigo el que se subió a un avión (que para que saliese más económico, vino por Puerto Plata y yo lo fui a recoger allá) confiando solo en mi promesa verbal de que “si nos va mal, te prometo cubrir absolutamente todos los gastos del viaje y si nos va bien, te pago tanto…”. No solo nos fue excelentemente bien en aquel evento, sino que mi amigo regresó en dos ocasiones posteriores a otros seminarios y se convirtió en el reclutador y referidor de facilitadores para INTRAS durante esos primeros años. Y, más aún, hasta el día de hoy nuestra amistad es tal que nos referimos el uno al otro como “hermano”.
Haciendo un poco de rewind en esta historia, aquel gesto de ayudar y orientar a aquel joven desubicado recién llegado a España derivó apenas tres años después en el inicio exitoso de lo que es hoy nuestra empresa que, aparte de nuestra gran satisfacción, es nuestro sustento de vida y el vehículo a través del cual hemos podido aportar un granito de arena al éxito de decenas de miles de personas en estos 20 años. Por lo tanto, la próxima vez que a usted le toque la oportunidad de ayudar a alguien, hágalo con gusto, pues usted no sabe si se está haciendo a usted mismo el mejor favor de su vida…